Lejos de pasar desapercibido para el hombre, este microambiente fue aprovechado intensamente desde épocas prehistóricas. Además de una segura provisión de agua, aquellos cazadores-recolectores tuvieron una fuente inagotable de recursos:semillas y frutos del caldén y del Chañar, tropillas de guanacos, choiques y piches rocas para producir herramientas, pigmentos minerales para pintar y expresar sus vivencias.
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